Machu Picchu, un destino turístico establecido, es mucho más que un lugar para visitar. Antes de ser codiciado por turistas de todo el mundo, el sitio arqueológico sirvió de refugio al Imperio Inca y durante cientos de años fue el hogar del pueblo quechua. Situada a 2400 metros de altitud, en el valle del río Urubamba, la ciudad sólo se presentó al mundo tras la expedición del profesor estadounidense Hiram Bingham, en 1911.
El histórico santuario fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1983 y se convirtió en una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno en 2007. Machu Picchu, que significa «montaña vieja», reúne en sí mismo dosis perfectas de naturaleza, cultura y misticismo.
Sin embargo, esta riqueza natural aún necesita más protección, ya que es uno de los ecosistemas más amenazados del planeta. La pérdida de bosques nubosos conlleva riesgos de impacto global, ya que provoca graves cambios ambientales, como la degradación de los hábitats y de los llamados servicios ecosistémicos, por ejemplo, la capacidad de los bosques de absorber dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero.
Y aquí vuelve la preocupación por afrontar la crisis climática. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) indica, desde 2019, que el período de emergencia climática que estamos viviendo tendrá impactos cada vez más visibles en todos los segmentos sociales y económicos, incluido el turismo. Por lo tanto, sigue siendo conveniente destacar que el cambio climático no es un fenómeno natural, sino el resultado de décadas de emisiones de gases de efecto invernadero que se acumulan en la atmósfera y alteran el equilibrio climático en todo el mundo.
Y el turismo también es responsable de una gran parte de estas emisiones. Por ello, en Machu Picchu se ha iniciado un desafiante viaje hacia la neutralidad del carbono.
La primera maravilla del mundo neutra en carbono
Antes de contar el viaje hacia la neutralidad del carbono, tenemos que hablar del impacto que la pandemia del Covid-19 ha supuesto para el turismo. Las agencias de viajes, los operadores turísticos, los transportes, los guías turísticos, los hoteles, los bienes naturales y culturales y muchos otros agentes del sector turístico de todo el mundo intentan sobrevivir tras varios meses de reducción masiva del volumen de negocios.
Desde esta perspectiva, la Organización Mundial del Turismo cree que la reconstrucción del sector turístico pasa también por un nuevo modelo de negocio, en el que la acción climática juega un papel central.
Perú, ha asumido el reto de desvincular las emisiones de CO2 con la recuperación del turismo tras la pandemia. La Green Initative ha constatado que alrededor del 5% de las emisiones de CO2 del país están relacionadas con el turismo, que es uno de sus principales motores económicos.
«Este hallazgo pone en perspectiva dos cuestiones. Por un lado, la responsabilidad de la industria turística peruana de implementar medidas para mejorar su eficiencia climática y, por otro, la oportunidad de potenciar estos esfuerzos posicionando a Perú como un destino turístico neutro en carbono», dijo Tatiana Visnevsky, directora de relaciones institucionales de Green Initiative.
En la actualidad, el país actúa de forma intensiva y exhaustiva para mitigar el cambio climático, adoptando tres niveles de actuación:
– El primer nivel es el de los destinos, que se comprometen a contener sus emisiones de carbono y alcanzar la neutralidad de carbono, siguiendo las directrices del Acuerdo de París;
– El segundo nivel es el de las empresas, que colaboran con las asociaciones profesionales, las entidades empresariales y las cadenas de valor, y que buscan comprometerse con acciones de reducción y mitigación del clima;
– El tercer nivel es el de los turistas, que mediante acciones de mitigación pueden compensar las emisiones de carbono de sus viajes y conectar así con las acciones de restauración de los ecosistemas y recuperación de la biodiversidad.
Estos tres niveles de acción forman parte de la visión que One Planet ha promovido en nombre de las personas, el planeta y la prosperidad.
En octubre de 2020 una alianza estratégica reunió a varios actores clave para asegurar que el futuro de Machu Picchu sea neutro en carbono y que el Santuario sea la primera Maravilla del mundo y el primer destino turístico certificado y reconocido como tal. La Municipalidad Distrital de Machu Picchu, la red de turismo sostenible Inkaterra, el Grupo AJE y el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (SERNANP), acompañados por aliados de la Comisión de Promoción del Perú para la Exportación y el Turismo (PROMPERU), el Ministerio del Ambiente, la Sociedad Peruana de Empresas de Aventura y Ecoturismo (APTAE) apoyan la iniciativa.
Para la certificación se ha establecido una colaboración con la empresa de certificación Green Initiative. Machu Picchu compite con Palao (Islas del Pacífico) y la ciudad de Valencia, para ser el primer destino turístico del mundo con el reconocimiento.
Para ello, el sector turístico nacional ha puesto en marcha un trabajo referencial a nivel mundial. Hasta ahora, las dos principales asociaciones se han comprometido a promover la neutralidad del carbono entre sus más de 200 miembros y el resultado es ejemplar. Hay más de 40 empresas certificadas como neutras en carbono, incluyendo compañías líderes como Inkaterra, LimaTours, CondorTravel, DharmaTour, Vamos Expeditions y Expediciones Apumayo, entre otras.
La certificación «Carbon Neutral» de Green Initiative se basa en mecanismos multilaterales, lo que permite a los clientes cumplir las normas internacionales más estrictas y, por tanto, obtener un reconocimiento internacional de sus esfuerzos, además de disponer de información para la gestión operativa de sus emisiones de carbono.
«Tenemos un gran reto que superar y todos debemos entender que, sea cual sea la magnitud de la acción climática emprendida, es relevante, ya sea por el impacto directo, ya sea por el efecto educativo sobre los empleados y los clientes. Tenemos que creer que cambiar el rumbo y proteger nuestro planeta es absolutamente posible y lo haremos», expresó Tatiana.
Se espera que Machu Picchu cumpla los requisitos necesarios para obtener la certificación de neutralidad de carbono a finales de junio de 2021. Este compromiso tiene como objetivo reducir las emisiones de carbono en un 45% para 2030, y lograr cero emisiones netas, es decir, la neutralidad del carbono, para 2050, de acuerdo con las directrices del Acuerdo de París.
Alianza para el futuro
«El mundo necesita un cambio de rumbo y entre el conjunto de acciones que debemos emprender como humanidad para efectuar este cambio, destaca la acción climática», ponderó Tatiana, señalando la importancia de iniciativas como el Pacto Global de Alcaldes por el Clima y la Energía y los programas One Planet de la Organización Mundial del Turismo y Climate Neutral Now, de Naciones Unidas. «Son iniciativas que impulsan esta transformación, generando normas que permiten estandarizar el trabajo e integrar las distintas industrias y segmentos», concluyó.
La alianza en Machu Picchu se desencadenó con el apoyo de estas iniciativas y la movilización de varias instituciones. Tras la crisis de gestión de residuos por la que la UNESCO consideró la inclusión de la Ciudadela en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro en 2016, el esfuerzo colectivo se impuso.
La primera acción fue la donación por parte de Inkaterra y AJE de una compactadora al municipio para el tratamiento diario de siete toneladas de residuos plásticos, lo que redujo el volumen de plástico en un 70% y, por consiguiente, la contaminación por plástico. Al éxito de esta iniciativa le siguió la Fábrica de Transformación de Aceite en Biodiesel y Glicerina, inaugurada en 2018 en el Inkaterra Machu Picchu Pueblo Hotel, que evitó que más de mil galones de residuos de aceite vegetal llegaran al río Vilcanota, además de generar oportunidades de trabajo.
El proyecto más reciente es una tecnología innovadora capaz de procesar ocho toneladas de residuos orgánicos por pirólisis (descomposición química a altas temperaturas en ausencia de oxígeno, sin emisiones de carbono). Esto genera un abono natural que se utilizará en la reforestación del bosque nuboso, con la plantación de un millón de árboles que deberían ayudar a restaurar la biodiversidad y prevenir los desastres naturales en el país.
Perú, como destino, goza del privilegio de poseer este patrimonio cultural y natural de la humanidad, lo que conlleva la gran responsabilidad de salvaguardarlo para las generaciones futuras. Esta alianza comprometida con la descarbonización de Machu Picchu es un ejemplo de este compromiso con la acción climática por parte del destino Perú. Para el Director del Grupo AJE, Jorge López-Doriga, el esfuerzo conjunto es clave para lograr el objetivo que se ha marcado Machu Picchu y para superar la crisis provocada por la pandemia del Covid-19. «Una economía circular es esencial para el sector turístico, para preservar y proteger los destinos y para recuperarse de la crisis actual de manera responsable», ponderó López-Dóriga.
Esta es una historia de éxito sobre los objetivos que pueden alcanzarse cuando los sectores público y privado trabajan juntos. Con el apoyo de la comunidad local, este es el primer destino de América Latina que ha logrado una economía circular mediante la gestión sostenible de sus residuos.
Si todo sale bien, como está ocurriendo, Perú tendrá la primera Maravilla del Mundo Moderno comprometida con la neutralidad de carbono y certificada como tal, mitigando su huella de carbono y ofreciendo a todos sus visitantes una experiencia climática compatible con los grandes retos del sector turístico y del planeta.